¿Qué es?
Son pruebas por las que evaluamos cómo funciona el sistema auditivo, no sólo se trata de saber si oyes o no, sino de cómo procesas la información que te entra por esta vía.
Oír y escuchar no es lo mismo:
- Oír: Es un proceso pasivo e involuntario. Es recibir información. Lo realiza el aparato receptor u oído (externo, medio e interno).
- Escuchar: Es un proceso activo, necesitamos procesar la información que hemos oído. Lo realiza el sistema nervioso central.
Los problemas auditivos suelen ser ignorados bajo afirmaciones como “si un niño oye, debe oír bien”.
Según estudios, una evaluación auditiva puede determinar en un porcentaje muy alto la existencia de un fracaso escolar.
Evaluamos:
- Agudeza auditiva.
- Discriminación auditiva.
- Umbrales de audición dolorosa.
- Distorsiones auditivas.
- Lateralidad auditiva.
- Tiempo de respuesta auditiva.
- Errores auditivos.
- Fatiga auditiva.
Y, yo o mi hijo ¿lo necesitamos? Si, si has notado algunos de los siguientes síntomas:
Muestra sensibilidad excesiva a determinados ruidos.
Parece que no oye bien.
No contesta cuando le llaman.
Se tapa los oídos ante algunos ruidos fuertes.
Presenta abundantes confusiones fonéticas.
Le cuesta coordinar su cuerpo con precisión y eficacia.
Le cuesta captar y reproducir ritmos.
Tiene problemas de memoria auditiva: se olvida de los mensajes o instrucciones verbales.
Muestra lentitud en el procesamiento y comprensión.
Muestra signos de ansiedad y tendencia a la inhibición.
Presenta alteraciones en el lenguaje.
Su atención es dispersa, se distrae frecuentemente.
Tiene problemas de comprensión y expresión oral.
Tiende a estar inmerso en su mundo.
No capta series de tres o cuatro órdenes sencillas.
No espera a que terminen de dar una instrucción.
Contesta antes de que terminen de preguntarle.
Presenta remanencia de sonidos pasados (siguen oyendo el sonido una vez que ha desaparecido).
Tartamudea.
Tiene pobre rendimiento escolar.
Padece otitis frecuentes.